Avanzamos bajo cielos negros y nos ocultamos de la luz del sol.
Alzamos el brazo, y apretamos el puño para saborear la dulce mugre que se destila.
La roña es camiseta. Es coraza. Es piel.
Nos camuflamos con el color del camino, bebemos de los charcos, dormimos en el palmo de tierra que queda entre las tiendas. Somos una horda que conquista las esquinas de las playas, saquea los supermercados, alza a sus emperadores forjando coronas con cubitos de hielo.
Los días con sus noches se mezclan un vaso de cubata que alguien me ha pasado, y sabe a gloria, pero no lo recuerdo.
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